miércoles, 22 de noviembre de 2017

en la Estación/preparativos


Aquí estoy. En medio de la noche. En medio de los preparativos de la presentación del poemario y las andanzas cotidianas. Estos poemas recorren lugares que me habitan en silencio. Son espacios en estaciones diferentes, momentos de encuentros y despedidas, miradas que aún soplan mariposas azules, personas de hoy, personas de ayer, cada cuál en su tren, en su danza y en su ritmo cotidiano. Los poemas son recuerdos, imágenes, sueños que de algún modo se han quedado conmigo bordeando la memoria, como quien no se anima a retirarse del todo. No hay nada como escribir para “retener” lo que no quiero olvidar. Escribo y también me libero de lo que me incomoda, de lo que me duele y le roba aire al presente. Aunque el tiempo desgasta páginas poniéndolas amarillas, borra palabras escritas en la orilla del mar, deja sus huellas en cualquier cosa que tenga un cuerpo y respire, aunque el tiempo me lleve un día hasta su punto infinito, no me arrepiento y persisto. Transpiro y confieso, confieso y comparto en cada una de mis letras, mi frágil condición humana. Respiro, camino, me pierdo y me encuentro, me peleo y me reconcilio en cada instancia que late en su hora. Le saco jugo a cada letra a fuerza de pulmón,  con la esperanza de quedar resonando en algún oído, en alguna parte donde las voces poéticas perduren, y resistan la aspereza de la indiferencia que es más dura que las piedras. 

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